π‚πŽπ‹πˆπ’π„πŽ πŒπ€π”π‘πŽ πŒπˆππ€ 𝐃𝐄 π‚π‡πˆππ‚π‡π€ 𝐃𝐄𝐒𝐃𝐄 π‹πŽπ’ π„π—π“π„π‘πˆπŽπ‘π„π’, 𝐃𝐀 πŒπ”π„π’π“π‘π€ 𝐃𝐄 𝐒𝐔 π€ππ€ππƒπŽππŽ, π’πˆπ Á𝐑𝐄𝐀𝐒 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐄𝐒 𝐐𝐔𝐄 π‹πŽ π‚πŽπ‹πˆππƒπ€π, π‚πŽπ π•πˆπ’πˆππ‹π„π’ 𝐇𝐔𝐄𝐋𝐋𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 π‚πŽππ’π“π€ππ“π„ πƒπ„π“π„π‘πˆπŽπ‘πŽ


 

CHINCHA 

El coliseo Mauro Mina de Chincha, que se edificΓ³ para impulsar la actividad fΓ­sica y el aspecto cultural local y regional, con una capacidad para unas 5 mil personas, se ha constituido en un verdadero elefante blanco, habiendo, prΓ‘cticamente, cerrado sus puertas, hace buen tiempo, a los deportistas chinchanos.

Desde los exteriores, puede apreciarse el abandono en que se encuentra, con Γ‘reas que debieron ser verdes, pero que estΓ‘n lleno de malas yerbas secas, al igual que su gras. El polvo cubre los espacios y lo que es metal luce oxidado. Ni quΓ© decir de su interior.

Los chinchanos se preguntan:

¿por quΓ© el coliseo se encuentra abandonado?

¿Acaso no existe la necesidad de utilizarlo por parte de los deportistas chinchanos?

¿QuiΓ©n es el responsable (o irresponsable) de darle mantenimiento y ponerlo al servicio de la niΓ±ez y juventud deportiva?